lunes, 10 de enero de 2011

ERASE UNA VEZ QUE SE ERA

Solamente hay que salir a la calle para que la gente, los buenos aficionados, que los hay y muchos, aunque algunos palmeros se empeñen en lo contrario, te cuenten cosas. O, simplemente, basta con entrar en los foros cuando juega nuestro equipo, el de toda la ciudad, para conocer esas opiniones vertidas desde el cierto anonimato que proporcionan los registros poco, o escasamente, controlados.
Tal ocurrió el pasado domingo, cuando decidí acudir al campo de La Espiguera, para presenciar el encuentro de la Tercera División que enfrentaba al C.D. Real con todo un histórico, como es el Martos.
Hacía frío y había pocos aficionados, algo lógico, muchos de los cuales abandonaron el campo en el descanso ante la debacle de los jugadores que dirige Felipe Sánchez.
Pero otros muchos se quedaron, especialmente refugiados en la zona del bar, donde, como es lógico, los comentarios estaban a la orden del día, ya que de todos era conocida la derrota encajada por el conjunto azulino en su visita Lepe.
Pero, también era de esperar, los comentarios iban mucho más allá: que si la directiva de la UD Melilla no había, ni tan siquiera, felicitado las fiestas navideñas a socios y abonados; que si un año más no se habían hecho participaciones de lotería; que si nadie quería adelantar un euro para posibles fichajes; que si algunos directivos de peso ya habían cuestionado, incluso en público, la continuidad de García Tébar; que si patatín que si patatán.
Pero hubo un comentario que no me dejó indiferente. Así, me enteré que la directiva que todavía sigue presidiendo Paco Molina, había decidido, de forma unilateral, cortar de raiz sus relaciones comerciales con el proveedor de material deportivo de casi siempre, el bueno de Pepe Salas, a quien tanto y tanto debe el club azulino.
Parecer ser, porque en esto como en tantas otras cosas, el oscurantismo en el club es total, que sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, algunos mandamases, o al menos así se creen ellos, cortaron por la calle del medio y decidieron comprar el material para esta temporada fuera de Melilla, obviando la presencia de Deportes Salas, que de tantos apuros les había sacado en anteriores temporadas.
Pero hay más. La adjudicación, si queremos emplear esa palabra, se hizo con nocturnidad y alevosía, ya que ni tan siquiera se le dio opción al interesado para presentar su oferta. Algunos dirán que posiblemente la oferta peninsular fuera más barata, pero quienes nos movemos en el ámbito deportivo, sabemos que hay calidades... y calidades.
Pero la queja más generalizada no se centraba sólo en eso, sino en que, con el dinero que aportamos todos los melillenses ( 1.850.000 euros esta temporada ), se está beneficiando a empresas pensinsulares en contra de, por utilizar la frase popular, dar de comer a las de nuestra ciudad, que bien que lo necesitan, especialmente, en esta época de crisis.
Y es que ya lo adelanto en el título: “Erase una vez que se era”... aunque ya son muchas veces. Ya lo dice el refrán “el hombre es el único...” )

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