domingo, 12 de diciembre de 2010

EL PITONISO MOLINA Y EL CUENTO DE LA LECHERA

Todo el mundo sabe que el cuento de la lechera no es más que eso, un cuento. Igual que saben que no existen los Reyes Magos, ni que Papa Noel llega cada Nochebuena en su trineo tirado por renos de largas cornamentas, procedente de las lejanas tierras árticas.
Todos, menos Paco Molina, el pitoniso mayor del reino, el señor de los anillos de Alvarez Claro, el Nostradamus de la gestión no sólo deportiva, sino del aire. Suya es la frase, casi lapidaria, de que si él hubiera estado en el Gobierno, a los controladores aéreos otro gallo les hubiera cantado.
Pues bien, a Molina, el que maneja casi dos millones de euros del erario público sin dar una sola cuenta, o dándolas erradas, el que hace y deshace como si la Unión Deportiva Melilla fuera su cortijo particular, regalando acreditaciones y privándoselas a los profesionales, se le ha visto, una vez más (y van tropecientas mil) el plumero. Afortunadamente, nadie, en su sano juicio, le consultó a la hora de ir a comprar Lotería de Navidad. Esta misma mañana el defenestrado Roquetas, el equipo segundón al que se daba por vencido sin saltar al césped del estadio municipal, ha dejado en evidencia sus dotes de pitoniso, y, lo que es peor, ha echado por tierra todo tipo de previsiones y venturosos augurios para el final de un año, en el que, a la vuelta de la esquina tenemos la visita del siempre problemático Ceuta y un poquito más lejos el viaje a la tacita de plata para contender con todo un Cádiz.
Hay personas que deberían estar con la boca cerrada, o cosida. Paco Molina es una de ellas. A este paso sus desaciertos van a tener cabida en los libros de texto. Y es que, entre dimes y diretes, acusaciones a medias, ida y venidas, dimisiones y marchas atrás, ascensos o no ascensos y dineros o no dineros, va a convertirse en toda una figura a no seguir. “Si en dos años no meto al Melilla en la Segunda A, me voy”. Todo un botón lapidario más de muestra.

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